jueves, 16 de noviembre de 2017

"Yo no puedo ir a tu país porque ustedes no respetan la vida"

Hace un rato leí, quizá por casualidad, una publicación de una persona que se ha ido a vivir fuera del país. Ahí, esta persona, a la que, para efectos de mayor fluidez del texto, llamaremos "Juan", describe someramente cómo centroamérica, y nuestros países en general, son absorvidos por la globalización, ya que, como bien idica Juan, somos pequeños países receptores; desde productos extranjeros (que siempre pensamos que son de mejor calidad), hasta las fiestas y creencias.
Nacidos y engendrados de una combinación bastante macabra entre españoles e indígenas, somos el producto de una conquista que nos enseñan en las escuelas y colegios como si fuera una ficción: abstraída de nuestra realidad, porque, así como con el concepto de la muerte, debemos verla como algo abstracto o nos perderíamos en la locura de saber que moriremos sin tener claro un propósito. Es decir, nos la hacen ver como algo tranquilo y bueno, poniendo música agradable de fondo mientras leemos sobre las violaciones y el dolor de nuestros antepasados, nublando nuestros sentidos y haciéndonos cometer uno de los pecados más grandes: ser indiferentes. Me sucedió, porque fue después que comprendí que no había sido algo tan sencillo. Así, hemos olvidado que hasta el dios (Dios) en el que creemos, es un monarca que se impuso (o fue impuesto) por medio de sangre y terror.
En todo caso, leyendo la publicación de Juan descubrí una frase que le dijo no-sé-quién a él que me ha causado mucho pesar; un dolor impotente, porque desde hace años que perdí, casi por completo, la esperanza de realmente poder cambiar algo en una sociedad convulsa que nos rodea día a día.
¿La frase? "Yo no puedo ir a tu país porque ustedes no respetan la vida".
No respetamos la vida. Una aseveración muy triste y fuerte, ya que nos engloba de una forma cruel y enfermiza. Podría pasar horas discutiendo que no soy yo, porque yo no he matado nunca a nadie, trato de no agraviar a las personas que me rodean y hago las colas del tráfico de las horas pico, pero la verdad es que con la cantidad de muertos diarios, la violencia generalizada y la inseguridad cotidiana, esta persona a la cual no puedo nombrar, como sí lo he hecho con Juan, me hace recordar a aquel doctor en filosofía que me dijo alguna vez: "Nunca se ve una persona más tonta que cuando intenta defender lo indefendible". ¿Cómo negarlo? ¿Cómo ocultarlo?
Tengo bastante claro que hay personas en este país que no son malas, sino todo lo contrario, pero es complicado para mí sostener que respetamos la vida cuando no dejo de leer malas noticias.
Ahora bien, sé que los medios de difusión masiva son bastante responsables de la mala y pobre imagen que damos de cara al exterior, pero eso no quita el dato estadístico, el número frío de cuántos delitos se cometen en un mes en este pequeño país; y eso, quiérase o no, me causa mucho pesar.


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"La tolerancia es el fundamento de convivir en paz y entendiendo que en el mundo somos diferentes"
-Mujica